Este principio es de los mas difíciles de llevar al día a día, ya que vivimos en una sociedad del tener y el poseer.
Somos por aquello que poseemos, es la máxima reinante, y cuando todo desaparece por uno de esos giros de la vida, en muchos casos pasamos al no ser, no en el sentido mas espiritual, si no en el contexto de ser lo mas bajo dentro de la sociedad capitalista.
No aferrarse a nada, no consiste en no poseer, si no en nuestra capacidad de dejar pasar, de que todo circule, que nuestra identidad no venga marcada por la lista de posesiones, si no de la capacidad de ser feliz con aquello que la vida nos aporta, a veces es mucho y aveces es poco, pero ¿no es eso, un ritmo natural?.
Nos aferramos a cosas materiales, a identidades, a personas, sentimientos e incluso a nosotros mismos, somos como grandes pulpos con miles de brazos, y mas que nos gustaría tener para abarcar todo aquello que en este momento se nos escapa.
Aferrarse es tener miedo, miedo ¿a que?, a conectar con el potencial de toda nuestra plenitud. Cuando reconocemos, de manera vivencial, que si conectas con tu fuente de vitalidad interna (que podemos denominar de maneras diferentes, chispa divina, dios interior, upa guru, vacuidad etc), y la armonizas con tu quehacer diario, todo aquello que precises realmente, por resonancia el universo te lo proveerá.
Me olvidaba, después de instalarte en el trono del reino interno, hay un requisito imprescindible, para darte cuenta de lo que el universo te ofrece, es la máxima que cantaban los pájaros en la novela de Aldous Huxley: "Atención, Atención". Si no conectas con el darte cuenta, las oportunidades pasan y no las vemos.
Dice un principio energético, al universo no le gusta el vacío, y siempre intenta llenar los espacios. Esto es imposible si no te desaferras, ya que estamos tan llenos, tan unidos a tantas cosas, que cuando el universo quiere regalarte algo, tu yo pleno, hace que este no llegue a materializarse.
Recuerda: suelta y deja que lo nuevo aparezca en tu vida.
Somos por aquello que poseemos, es la máxima reinante, y cuando todo desaparece por uno de esos giros de la vida, en muchos casos pasamos al no ser, no en el sentido mas espiritual, si no en el contexto de ser lo mas bajo dentro de la sociedad capitalista.
No aferrarse a nada, no consiste en no poseer, si no en nuestra capacidad de dejar pasar, de que todo circule, que nuestra identidad no venga marcada por la lista de posesiones, si no de la capacidad de ser feliz con aquello que la vida nos aporta, a veces es mucho y aveces es poco, pero ¿no es eso, un ritmo natural?.
Nos aferramos a cosas materiales, a identidades, a personas, sentimientos e incluso a nosotros mismos, somos como grandes pulpos con miles de brazos, y mas que nos gustaría tener para abarcar todo aquello que en este momento se nos escapa.
Aferrarse es tener miedo, miedo ¿a que?, a conectar con el potencial de toda nuestra plenitud. Cuando reconocemos, de manera vivencial, que si conectas con tu fuente de vitalidad interna (que podemos denominar de maneras diferentes, chispa divina, dios interior, upa guru, vacuidad etc), y la armonizas con tu quehacer diario, todo aquello que precises realmente, por resonancia el universo te lo proveerá.
Me olvidaba, después de instalarte en el trono del reino interno, hay un requisito imprescindible, para darte cuenta de lo que el universo te ofrece, es la máxima que cantaban los pájaros en la novela de Aldous Huxley: "Atención, Atención". Si no conectas con el darte cuenta, las oportunidades pasan y no las vemos.
Dice un principio energético, al universo no le gusta el vacío, y siempre intenta llenar los espacios. Esto es imposible si no te desaferras, ya que estamos tan llenos, tan unidos a tantas cosas, que cuando el universo quiere regalarte algo, tu yo pleno, hace que este no llegue a materializarse.
Recuerda: suelta y deja que lo nuevo aparezca en tu vida.
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